
Esta intersante aplicación tuvo sus
primeros chispasos que alumbro su creación cuando por el año 2016 en una tienda
de Bamako donde el ingeniero mali compraba habitualmente, un empleado le pidió
que le tradujese un mensaje escrito en francés que había recibido de la
aplicación Viber, y es así es como realmente vio cuál era el enfoque definitivo:
orientar Lenali hacia las lenguas locales, Sidibé empezó a probar su idea con
la joven que trabajaba en su casa como empleada doméstica. “Me di cuenta de que
ella no podía configurar su perfil, ni siquiera con las instrucciones vocales
en su lengua materna. Porque no sabía escribir”, explica.
En junio de 2017, el porcentaje de
malís que tenían acceso a internet no llegaba al 12%, pero desde hace más de
cinco años el número de líneas de telefonía móvil ha superado al de habitantes.
Sidibé asegura que “las ventajas de Lenali permiten, a través de una única
plataforma, acceder a la comunicación digital, pero también, expresarse de la
manera más natural posible y en su lengua materna”.
La acogida de la red social en estos
primeros compases ha sido buena para su fundador, aunque no esconde la voluntad
de hacer crecer la plataforma de manera que sea más atractiva en otros países
del continente en los que se repite el contexto que permitió el nacimiento de
Lenali y, al mismo, tiempo aumentar y mejorar las funcionalidades. Así, el
futuro se despliega entre la incorporación de nuevos idiomas como el suajili y
el hausa y la mejora de las áreas temáticas LenaFemme (ese apartado que entre
otros recursos facilita cursos de alfabetización a distancia), LenaEmploi (el
ámbito de difusión de ofertas de trabajo y asistencia para la elaboración de
curriculums) o LenaTec (una funcionalidad que pretende acercar todo el entorno
tecnológico explicando los programas oralmente y en lenguas nacionales).
Sidibé, su creador, no puede olvidar
las penurias por las que ha pasado para llegar a este punto de desarrollo de la
plataforma y la necesidad de contar con apoyos para continuar con la
experiencia: “Los poderes públicos, las instituciones financieras, los
organismos de crédito o los inversores insisten en que hay que atreverse a
emprender. Pero para eso hay que ser innovador, creer en el proyecto como un
loco, buscarse uno mismo los recursos haciendo sacrificios y arriesgando su
propio dinero y trabajar muy duro. Después, todo el mundo espera a que los
proyectos den rendimientos antes de arriesgar sus fondos y confiar en ti, así
que siempre estás pendiente de que un día todo lo que has construido pueda
derrumbarse”.